La vida es como un recorrido, un camino que vamos trazando y labrando a lo largo de los años a través de nuestras reflexiones, elecciones y aprendizajes. Este proceso se da a nivel intrapersonal e interpersonal, es decir, estamos en un continuo “adentro/afuera” que se va desplegando mientras vamos creciendo por dentro y aprendiendo a relacionarnos con las demás personas con quienes compartimos camino, afuera. Así, nuestros valores, creencias, ideologías, ideales, sentires, emociones… se van alimentando de cada una de las vivencias y experiencias que vamos acumulando en el viaje. Esto es a lo que comúnmente llamamos como:”nuestra mochila”. Esa mochila va forjando la complejidad de nuestro “yo”, ayudándonos a ir eligiendo qué cambiamos y qué mantenemos en nuestra forma de ser y estar en el camino. Cada persona forja y recorre su propia vida, mientras se va encontrando con otras personas a lo largo del camino, y cada una tendrá una mochila diferente (unas llevarán mas peso y otras menos, unas tendrán más colores y otras menos…etc). Por lo tanto, no es arriesgado asegurar que habrá personas en el camino con quienes compartiremos mucho contenido de la mochila (experiencias, sentires, vivencias, valores, creencias…) y habrá otras con las que probablemente no tendremos nada en común. Es por esto que, en realidad, “la diversidad es la norma y no la excepción”. Y aunque esto es algo que a nivel mental seguramente somos capaces de ver con cierta facilidad, cuando entramos en lo colectivo es algo que no deja nunca de sorprendernos, sobre todo cuando acudimos a espacios colectivos donde damos por hecho que quienes están en ese espacio comparten los mismos valores y creencias que nosotras. Esta es la primera verdad absoluta que necesitamos soltar antes de entrar en el espacio colectivo.
Las problemáticas y conflictos que surgen en nuestros grupos y colectivos están ahí para recordarnos algo muy importante sobre esa red de relación: “este grupo es diverso y la diversidad necesita ser acogida para desplegar todo su poder y potencial”. Es por esto que en la gestión y transformación de conflictos insistimos en que hay cuatro espacios clave que deben tener sus lugares y momentos para ser habitados y explorados en los grupos: gobernanza (hace referencia a la estructura, funcionamiento del grupo, toma de decisiones, gestión del liderazgo), gestión emocional (hace referencia al entramado relacional y la gestión de conflictos), indagación (se refiere a soñar en colectivo, nos permite abrir ideas, ver cómo sumamos como grupo, profundizar en el autoconocimiento del grupo) y cohesión (celebrar, disfrutar, es donde encontramos el pegamento del grupo, los vínculos de los miembros del grupo entre sí y con respecto al proyecto que comparten y sostienen).
¿Abrimos el melón?